¿No os habeis preguntado nunca qué pasaría si aprender fuera tan divertido como jugar? Disfrutar mientras que se aprende, a mi modo de ver, debería ser el objetivo no sólo de los alumnos, sino también de los formadores que, en muchas ocasiones, tienen que luchar contra el tedio y el aburrimiento del alumnado. La idea de usar el juego como método de aprendizaje no es nueva: en sus primeros años de vida, el ser humano adquiere destrezas y habilidades a través del juego, y durante cientos de generaciones, los juegos han constituido la base de la educación humana de manera espontánea, permitiendo la transmisión de las normas de convivencia social y el desarrollo de la capacidad creadora.
La informatización de la sociedad en todos sus ámbitos ha revolucionado la forma en que trabajamos, compramos, nos comunicamos y, por supuesto, aprendemos. Las TICs han concedido mayor libertad al usuario para elegir el momento y lugar en que formarse. Pero aún tenemos el reto de hacer más ameno y eficaz el proceso de aprendizaje y, desde luego, en este reto tienen un papel fundamental las nuevas tecnologías.